Desde que Herbert Freudenberger, allá por la década de los años setenta del siglo pasado, relacionase este síndrome con los estilos y formas de vida que había observado en jóvenes voluntarios que trabajaban en una clínica de desintoxicación, mucho se ha escrito sobre la figura del “quemado” en nuestra sociedad. Y, en la actividad educativa, es una expresión muy utilizada y sus consecuencias se reflejan en forma de bajas laborales. El concepto de “quemado” (burn out) se utiliza para hacer referencia a aquellas situaciones de desgaste personal, profesional y de desestabilización sociolaboral derivadas de unas difíciles relaciones interpersonales.
Este anglicismo que hemos adoptado para expresar lo que sucede en nuestros hospitales, centros educativos y empresas, expresa estados anímicos como sentirse muy cansado, sobrecargado y con pérdida de ilusión por el trabajo. Estamos hablando de una manifestación palpable de un estrés crónico en el ámbito laboral, al que se pueden ver sometidos los profesionales de la docencia, entre otros, y que desembocará en potenciales problemas fisiológicos, cognitivos i/o emocionales.
En nuestros centros escolares no es difícil compartir tareas y responsabilidades con compañeros que tienen la sensación de sentirse atrapados, o manifiestan una evidente falta de entusiasmo por el trabajo y la vida en general. Lo cual se traduce en docentes con una baja autoestima.
Factores como el cansancio, tanto fisico como emocional, la despersonalización dentro del centro docente así como la falta de realización personal en el trabajo lleva a un desgaste emocional que algunos docentes no saben afrontar adecuadamente. Una vez llegado a este extremo el docente “quemado” evidenciará una pérdida de interés por los alumnos para quienes trabaja y en un distanciamiento psicológico respecto al trabajo docente. Aumentará el absentismo laboral, se sentirá agotado, frustrado y manifestará una pérdida del compromiso profesional. Así mismo, suelen presentar actitudes negativas hacia uno mismo, el trabajo y la vida en general, lo que comporta sentimientos de fracaso personal, falta de competencia profesional, incapacidad para afrontar las tensiones, incapacidad para relacionarse y falta de expectativas e insatisfacción generalizada.
El síndrome del “quemado” es la etapa final a la que llegan las personas sometidas a malas condiciones en su entorno laboral después de haber pasado un periodo de estrés prolongado como consecuencia de no haberse podido adaptar a su entorno y de ver frustradas sus expectativas de poder modificar su situación laboral.
Cierto es que la cantidad de encargos que la sociedad deposita en los centros escolares no ayuda en nada a mejorar este panorama. Vivimos una realidad en que ante problemáticas como las drogas, la sexualidad, la violencia de género, el consumismo, los accidentes de coche, …. las propuestas de solución que oímos en boca de nuestros políticos o adultos es que es en la escuela donde se ha de enseñar a ser buenos consumidores, a saber que las drogas son perniciosas para nuestra salud, que es donde se han de aprender los diversos métodos anticonceptivos, donde se han de enseñar las reglas de urbanidad, el respeto y la igualdad entre sexos y un largo etcétera que no puede, por menos, que dejarnos boquiabiertos. La presión de lo que se le exige a la escuela corre paralelo a la relajación de las formas sociales y del pobre papel educador de los padres en la actualidad. Y, mientras la escuela no aprenda a decir no, mientras la escuela no defina claramente cuáles son sus funciones no nos debería extrañar que el porcentaje de “quemados” siga aumentando.
4 comentaris:
Un documnento muy completo sobre este tema: http://es.calameo.com/books/0000057423456c58cfc27
Gracias, GloMaYol, por tu recomendación.
Muy buen artículo. Espero que no lo sufra nunca, pero si sucede podría decir con conocimiento que estoy quemado.
Un saludo
Gracias Eduardo. He dado una vuelta por tu blog "A un clic de clase" (http://aunclicdeclase.blogspot.com/)y recomiendo a la gente que se de un paseo por él. Hasta pronto.
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