dimecres, 17 d’octubre del 2007

Convocatòria ajuts adquisició de llibres de text i material didàctic

Referència: DOGC núm. 4989 - 17/10/2007
Departament: Educació
ORDRE EDU/362/2007, de 9 d'octubre, per la qual es convoquen ajuts per a l'adquisició de llibres de text i material didàctic complementari per a l'alumnat d'educació primària i secundària obligatòria escolaritzat en centres sostinguts amb fons públics durant el curs 2007-2008. (Pàg. 37334)
Termini: fins el dia 31 d'octubre de 2007, inclusiu.

dijous, 11 d’octubre del 2007

Convocatòria subvencions programes experimentals

Referència: DOGC núm. 4985 - 10/10/2007
Departament: Treball
RESOLUCIÓ TRE/3000/2007, d'11 d'octubre, per la qual s'obre la corresponent convocatòria per a l'any 2007 per a la concessió de subvencions públiques per a la realització d'accions relatives a programes experimentals en matèria d'ocupació. (Pàg. 36001)
Termini: 15 dies comptadors des de l'endemà de la publicació

dimecres, 10 d’octubre del 2007

Convocatòria programes de cases d'oficis

Referència: DOGC núm. 4985 - 10/10/2007
Departament: Treball
RESOLUCIÓ TRE/3001/2007, de 8 d'octubre, de convocatòria per a la concessió de subvencions per al desenvolupament de programes de cases d'oficis, per a l'any 2007. (Pàg. 36006)
Termini: 15 dies comptadors des de l'endemà de la publicació

dimarts, 9 d’octubre del 2007

Decepció

La decepció és un pesar causat per un desengany, és un desplaer que hom sent per alguna cosa, especialment d'haver fet una cosa de la qual es penedeix. Fixem-nos que des-engany és sinònim de falta de veritat. Dic això perquè a la vida de cadascú de nosaltres de decepcions n’hi ha un munt. Decepció per allò que no ha sortit bé malgrat l’esforç dedicat, és el cas de l’alumne que malgrat haver estudiat molt acaba suspenen l’exàmen. Decepció per aquella persona que ens ha fallat, és el cas del treballador que ha confiat en la paraula del seu superior i veu com aquest el menysté i l’ignora. Decepció per aquella amistat que creiem ferma i forta, és el cas d’aquell amic que no té miraments i et traeix per interessos materials o professionals. Decepció per ......
En una societat com la nostra on la paraula donada no té cap valor i on tot és justificat en funció dels objectius, la formació que hem de proporcionar als nostres fills ha d’incloure la preparació per a fer front la decepció. És una part de l’educació que costa portar-la a terme doncs implica dir als nostres fills que no s’han de fiar de ningú i això és molt poc educatiu. L’expressió aquella de que no t’has de fiar ni del teu pare contrasta amb els valors de l’amistat, la confiança i la sinceritat però molt em temo que si tampoc eduquem en la desconfiança el que fem és formar babaus que s’ho empassen tot i que reberan bufetades per tot arreu.
Sé que és complexa i fins i tot antipedagògica aquesta forma d’actuar però els adults bé que sabem que la punyalada pot venir d’aquell que menys t’ho esperes. Darrera un somriure i unes bones paraules, fins i tot d’unes magnífiques promeses, es pot amagar la traïdoria d’una persona sense escrúpols que trepitjarà a qui calgui per tal d’aconseguir els seus objectius. Són llops amb pells de xais i si no volem que els nostres fills pateixin per culpa d’aquesta gent els hem d’ensenyar a que sàpiguen distingir-los i apartar-los de les seves vides. I és una tasca força complicada doncs aquesta mena de gent saben moure els fils per tal de sortir-se’n amb la seva.
És complicat fer entendre als nostres fills que juntament als valors que els hi volem transmetre els hi afegim l’estratègia de la desconfiança envers els altres. Que no tothom pel fet de somriure o dir-te les coses amb bones formes i paraules et desitja el teu bé, ans el contrari que el que busca és fer-te mal. Estem, doncs, davant una de les moltes contradiccions que conformen l’educació dels nostres fills i nosaltres, els adults, que ho sabem, moltes vegades dubtem quina opció formativa agafar si la de que l’ésser humà és bo per naturalesa o bé l’opció contrària on un no s’ha de fiar ni dels seu ....... pare?.

dimarts, 2 d’octubre del 2007

Las relaciones personales en el trabajo

Hace muchos años un muy buen compañero de trabajo estaba atravesando un delicado momento en sus relaciones con sus superiores y, una tarde de confidencias, me dijo lo siguiente: “Mira, ésto es como la historia del hombre que está al borde del precipicio. El hombre está ahí, por lo que sea pero está ahí, y entonces sus superiores conscientes de ello repiten continuamente la letanía monocorde de ves con cuidado, ves con cuidado que te caerás. Así pues el equilibrio es muy delicado y se evidencia ante el resto de los trabajadores, hasta que un día esos mismos superiores le dan una golpecito en la espalda lo desequilibran y éste cae. Ante la evidencia de la caída los superiores dicen a los trabajadores, veis ya os lo decíamos que se iba a caer”.
Las estructuras empresariales ya lo tienen estos comportamientos de sutilezas, de medias verdades, de insinuaciones, de difama que algo queda. La sutileza viene cuando decimos “¿qué te parece fulanito?”, nos replican “¿por qué?” y contestamos “no por nada, no sé tiene un, pero no, nada, nada”. O cuando utilizamos la media verdad para evidenciar que “es un cotilla que lo explica todo o se lo tiene creído” y que no debería comportarse así “aunque claro a mí particularmente no me ha hecho nada, pero hay gente que me lo ha dicho”. La insinuación es una de las mejores armas en estas situaciones pues saber dejar caer “¿pero éste qué hace todo el día en su despacho?, ¿ya tiene suficiente trabajo?”. Y, por último, una buena difamación completa el círculo moral de ciertas personas cuando públicamente alardean de una cosa y privadamente corren al despacho del director a explicar los cotilleos de sus compañeros. Todos conocemos compañeros de trabajo que les cuesta poco ir a explicar “lo último” al director para luego en público decir que particularmente a él no le importa lo que hagan los demás.
Las relaciones en el mundo laboral a veces se vuelven complejas debido a las ansias desmedidas de poder de algunas personas. Personas que no se detienen en pisotear a los trabajadores que tienen a su cargo pero que ante su superior edulcora las situaciones de tal forma que ellos siempre salen bien retratados. Así, por ejemplo, una persona puede maltratar de palabra, y sutilmente de hecho, a sus trabajadores hasta conseguir ponerlos en la disyuntiva de si vale la pena estar amargado cada día o es mejor largarse y cambiar de empresa. Si consigue lo primero su ego saldrá reforzado en función de su dominio sobre el trabajador, pero si éste o éstos deciden que es mejor cambiar de empresa y despedirse el recurso ante el director siempre será que nunca se habían adaptado del todo, o que se les había subido los humos a la cabeza, o que habían exigido el oro y el moro. Cualquier cosa menos reconocer su incapacidad en el liderazgo de sus trabajadores.
Otra de las estrategias es proyectar en los demás los defectos de uno mismo, así pues, aquella persona que habla y habla sin parar y que carece del sentido de cuando acabar sus intervenciones acostumbra a ser la más exigente cuando un subordinado suyo intenta explicar con detalle un proceso. Es entonces cuando lo hace callar, lo apremia o insinúa lo de menos hablar y más trabajar. Esta característica de no saber acabar les lleva a llegar tarde a todos los sitios pero lejos de reconocerlo deja caer allí donde puede que si los otros llegan antes es porque no tienen tanta faena como ellos. Y este mensaje va calando.
La mejor estrategia nos la proporcionan las nuevas tecnologías, ¿se han fijado ustedes en las fechas y horas de los correos electrónicos de determinadas personas?. Hagan la prueba y verán cómo algunas personas utilizan esta estrategia para revalorizarse ante su director pues no es lo mismo un correo electrónico con fecha jueves a las quince horas que uno del domingo a las once horas. El comentario en estos casos siempre será “¿y tu que haces trabajado el domingo por la mañana?”. El mensaje va calando pues si él trabaja mucho el resto trabaja menos. Hay también la estrategia de no hacer nada e intentar que nadie haga nada. El principio es muy fácil de entender: “cuando yo deje de hacer esta función que todo esté como cuando lo encontré”. Es decir, no aportar nada para no equivocarse en algo. Acostumbra a ser una estrategia bastante bien aceptada por la superioridad pues la conclusión siempre es “a mí la gestión de menganito no me genera ningún conflicto”. Y ya se preocupará menganito de que no le lleguen los conflictos a su director.
Todas estas estrategias llevan a poner en entredicho la valía de los trabajadores afectados pues la duda siempre anida en terreno abonado: “¿será verdad todo lo que dicen de zutanito?, seguro que todo no pero algo sí, si no no dirían tanto de él”. Así la valoración de ese trabajador decaerá en proporción a las insinuaciones del entrono. Y ante esta situación cómo hay que actuar. Básicamente hay dos formas de reaccionar y ninguna garantiza un buen resultado. La primera es ignorarlo todo, es decir, pasar de todo y como mucho hacer ver al director que todo lo que se insinúa y se dice no es cierto o es cierto con muchas matizaciones, pero hacerlo en privado y al máximo nivel porque se ha decidido que en público no es una buena estrategia. La segunda opción es afrontar con determinación la situación y cada vez que se produzca un hecho afrontarlo directamente con la persona que lo ha provocado ya sea en público o en privado. Así tendremos una serie de situaciones tensas pero que intentan clarificar las posiciones de cada uno.
La verdad es que muchas veces se actúe como se actúe se pisa terreno pantanoso pues muchas veces en nuestras relaciones laborales no llegamos a identificar quién es sincero y quién no. Claro que siempre se puede utilizar la estrategia de dejarle caer un determinado comentario a alguien y si luego éste circula ya sabremos de donde viene la filtración. Lo que está claro es que las relaciones laborales entre compañeros de trabajo pueden llegar a ser muy complejas.