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dimecres, 16 d’abril del 2008

Operación Triunfo y los valores

Aquellas personas que estos días hayan visto la selección de los concursantes del programa televisivo de Operación Triunfo se habrán dado cuenta, ¡espero!, del trato infligido por el jurado de selección a un sinfín de ilusionados aspirantes. En muchas ocasiones se les ha ridiculizado, herido en sus sentimientos, se les ha descalificado, menospreciado y una larga retahíla de adjetivos con tal de garantizar el espectáculo y la cuota de pantalla. Lo sorprendente de todo ello es la reacción pasiva, callada y dócil de la mayoría de los aspirantes a concursantes.
Viene ésto a cuento por las situaciones que muchas veces nos toca vivir en nuestros centros educativos con temas tan sensibles como la vestimenta de los alumnos, los “piercings”, los castigos e incluso las observaciones que hacen los profesores a los alumnos. ¿A quién no le ha estallado una crisis por considerar, el alumno o sus padres, que el tono o lo dicho por el profesor no tenía el suficiente grado de corrección?. Por éso, sorprende ver cómo los aspirantes a un concurso de televisión tragan carros y carretas ante los comentarios despectivos de tres personas, como sorprende la facilidad de ciertos alumnos y padres en montar un cirio por cualquier tema con la excusa de que “a mí nadie me habla así”. Sin embargo esas mismas personas callan ante las humillaciones que les infligen en un concurso de televisión. Veamos otro ejemplo.
La forma de vestir es la expresión de “mi” libertad personal y como tal la entienden muchos de nuestros alumnos y los educadores sabemos que pedir una vestimenta correcta desencadena conflictos desagradables con los alumnos y sus padres. Es fácil recordar ciertas modas y sus correspondientes conflictos como los tangas que se veían, los pantalones caídos que dejan ver las bragas o los calzoncillos, las camisetas que enseñan mucho pecho, las gorras, los piercings, los pantalones rotos que enseñan más que tapan, las camisetas que en vez de poner PUMA ponen PUTA, ..... Ante según qué modas, cuando los centros educativos han querido hacer cumplir la norma de que hay que asistir al colegio con la vestimenta adecuada, los conflictos con los alumnos y sus padres han sido una constante ante la argumentación de “que yo me visto como quiero y el cole no es nadie para decirme nada”. Éstos mismos son los que cada semana se visten como quiere el portero de la discoteca de moda porque, si no, saben que no les dejarán entrar a bailar. Es más, el portero de la discoteca tiene un criterio tan subjetivo que un día entras y otro día no aunque vayas vestido igual. ¡Y no pasa nada!. A pocos se les ocurre montar el escándalo que montarían en su colegio.
¿Dónde estamos?. O no hemos llegado o nos hemos ido, pero la verdad es que no estamos. Tal vez todo sea tan simple como que es una cuestión de intereses. Quizás nos interesa más Operación Triunfo y la discoteca de moda que lo que podamos recibir, como sociedad, de un centro educativo. Es el viejo axioma que dice que aquello que todos tienen, la escolaridad, no tiene valor y aquello que pocos pueden tener, ser concursante de Operación Triunfo, tiene mucho más valor. Acabáramos pues, así todo es una cuestión de valores.