Es mostren els missatges amb l'etiqueta de comentaris trabajo. Mostrar tots els missatges
Es mostren els missatges amb l'etiqueta de comentaris trabajo. Mostrar tots els missatges

dimarts, 25 de novembre del 2008

La inyección

El gobierno ha decidido inyectar hasta 150 mil millones de euros para remontar la grave crisis económica que estamos sufriendo. La fórmula dice que será inyectando dinero en aquellas empresas o entidades financieras que lo necesiten y es, parece, una receta que aplicarán diversos países desarrollados. Seguramente es una medida necesaria pero que desde el punto de vista individual y profano plantea una serie de interrogantes de difícil respuesta. Una de ellas sería ¿por qué se inyecta dinero en las empresas, o entidades financieras, y no directamente en las economías familiares?. Si cogemos la cantida total a inyectar y la dividimos por el número de habitantes del país nos sale que a cada uno de nosotros “nos tocan” 3.190 euros, es decir, una inyección económica de 9.570 euros por unidad familiar tipo de tres miembros. Si el señor Rodríguez Zapatero fue capaz de hacerlo con la devolución de los 400 euros de su promesa electoral ¿qué le impide volver a hacerlo?. Sería una medida mucho mejor recibida por la gente y de alcance más amplio que los primeros fallidos 200 euros de la promesa electoral que no pudo cobrar un alto porcentaje de los trabajadores de este país.
¿Cómo debe entender el ciudadano de a pie esta forma de actuar?. Hasta hace pocas semanas los medios de comunicación abrían sus informativos con los beneficios de dos dígitos de entidades financieras y empresas. Se alababa públicamente la gestión empresarial de un sinfín de dirigentes empresariales que resulta que ahora necesitan una inyección de euros para poder salvar sus empresas. ¿Los ciudadanos nos hemos perdido algo?. ¿Cómo es posible que aquí no pase nada y que esta gente no responda por su forma de actuar pasada?. La impresión resultante de todo ésto es que cuando el viento sopla a favor es muy fácil ser navegante pero que cuando éste sopla de cara nos damos cuenta que no tenemos, ni tan siquiera, timonel y que la nave va a la deriva.
Puestos a premiar la incompetencia que sea la individual y no la empresarial. Es preferible dar 3.190 euros a quien no ha sido capaz de gastar menos de lo que ha ingresado que a un banquero que no ha sabido hacer bien su faena. Es preferible dar 3.190 euros a quien se ha tenido que hipotecar cuarenta años para poder tener una vivienda donde formar una familia que al empresario estrella y mediático que ha acabado estrellándose. Es preferible dar 3.190 euros a quien no tiene ninguna deuda contraída que a la gran corporación que alega que ahora sus beneficios ya no serán de dos dígitos. Puestos a hacerlo mal, ¡hagámoslo bien!.
El otro gran mal ejemplo que proporcionamos a nuestros hijos son los 120.000 euros que recibirán los jugadores del Real Madrid si ganan los próximos cinco partidos de futbol. Pues ya lo saben, si ustedes trabajan bien las próximas cinco semanas pidan a sus jefes una paga extra para poder equipararse a estos desmotivados jugadores merengues. Para situar las cosas en su justa medida hay que recordar que 120.000 euros es el salario de cinco años de muchos trabajadores de este país. ¿Se entenderá ahora por qué hay gente que se opone a repartir 3.190 euros entre cada uno de nosotros?. No todos vivimos la misma realidad.

dimecres, 29 d’octubre del 2008

La puntualidad, ¡otra vez!.

Hoy he vivido, ¡otra vez!, una de las circunstancias que más me desagradan: la falta de puntualidad de la gente. Habíamos quedado un grupo de compañeros del trabajo, a una hora determinada, para desplazarnos juntos al lugar de la reunión. Como casi siempre a la hora acordada estábamos sólo dos de las personas que habíamos quedado y en los diez minutos siguientes han ido apareciendo el resto de los compañeros menos uno. Cuando llevábamos veinte minutos de espera alguien ha propuesto telefonear al móvil a la persona que faltaba, pero no ha habido forma de contactar con ella. Cuando llevábamos treinta minutos de espera vemos aparecer a nuestro compañero caminando con calma y sonriendo plácidamente. Y, la verdad, uno esperaba en ese momento alguna especie de excusa del tipo “lo siento”, “he tenido una urgencia y me ha sido imposible ser puntual”, o cualquier otro argumento exculpatorio. ¡Pues, no!, no ha dicho ni esta boca es mía y el resultado ha sido que hemos llegado tarde ¡todos! a la reunión por culpa de él.
Me choca la frescura, por no decir caradura, de ciertas personas que se creen con el derecho de hacer esperar a la gente día sí y día también. En la era de las telecomunicaciones, en que cada uno de nosotros tenemos acceso a la telefonía fija y móvil con suma facilidad, es de esperar que si surge un impedimento se telefonee al resto de los compañeros y se comunique la incidencia. A éso algunos le llaman buena educación, otros como los psicòlogos y los pedagogos, dirían tener pensamiento de perspectiva, es decir, saberse poner en el lugar de los otros. Lo contrario, la forma de actuar de este compañero nuestro, es egocentrismo y ya se sabe que al egocéntrico le importa muy poco el resto de la humanidad.
De esto que ha pasado hoy me maravilla, por no decir que me indigna, la incoherencia entre lo que esta persona dice en público y su forma de actuar en privado. Me imagino que ha de tener un profundo desprecio hacia los demás que le lleva a encontrar normal que cada día la gente espere por ella. Y, para más inri, las veces que se le ha hecho alguna observación sobre su falta de puntualidad se ha sentido ofendido y se ha enfadado con la persona que se lo ha dicho. Ya sé que estamos en un país donde ciertas actuaciones, como la puntualidad, se relativizan y otros como el exigir empezar las reuniones a la hora se demonizan. Ya sé que se perdona antes al que llega tarde, por sistema, que al que empieza la reunión, por sistema, a la hora acordada. Uno está más tolerado y al otro lo tratamos de intransigente e inflexible y lo toleramos poco o nada. Lo contrario de lo que sucede en las sociedades avanzadas y desarrolladas de nuestro entorno.
Ya sé que lo escrito aquí no servirá de nada excepto para desahogarme internamente pero pienso cómo es posible que haya gente que predique sin el ejemplo. No nos ha de sorprender, pues, que seamos uno de los países que dedicamos más horas del día a la jornada laboral y que menos índice de productividad tiene. ¡Tantas horas en el trabajo para tan poca faena!.

dilluns, 1 de setembre del 2008

Entre ustedes y yo: el primer día

Ha sido, el de hoy, un día para olvidar. Reconozco que no me gusta el primer día de trabajo después de las vacaciones de verano. Entre ustedes y yo, bastante triste es tener que levantarte por la mañana después de todas unas vacaciones fabulosas de verano, como para tener que soportar el ritual del reencuentro con los compañeros de trabajo. Aún recuerdo, todo sudoroso, el sonido del maldito despertador y el camino largo e interminable hacia el trabajo rezando para no coincidir con nadie conocido al cual tener que decirle los formulismos sociales obligados. Los hados me han sido propicios y no he visto a nadie conocido en todo mi recorrido.
¡Una hora!. Una hora entera saludando, besando, estrechando manos y diciendo puros formulismos sociales que no compromenten a nada y dicen todavía menos. ¿Y éste?, ¿éste quién es?, ¿cómo se llama?, me suena que es del departamento de lenguas pero la verdad es que nunca he hablado con él pero es igual, ¡choca esos cinco, tío!. ¿Y cómo te ha ido?, le pregunto para quedar bien aunque, entre ustedes y yo, poco me interesan sus vacaciones pero de esta forma parece que quedo mejor delante de todos.
Una vez realizado este ritual social hemos tenido la primera reunión, o claustro, donde una vez más los mismos contenidos pero con diferentes palabras han salido de la boca del director del centro. Que si un nuevo curso, que si unos objetivos nuevos, que si unas obras nuevas, que si unos proyectos nuevos, que si ...... ¡Que sí, que sí!, que ya lo sé, que tenemos que volver a trabajar un curso más, que ya ha pasado el verano, que se acabó lo bueno.
Y llegada la hora de finalizar la jornada te queda una sensación de “ya visto” que, entre ustedes y yo, te da por pensar ¿y si el próximo curso empezamos el día 2 y hacemos ver que ya nos hemos saludado y dicho las obviedades de cada curso y nos ponemos directamente a trabajar?. De todas formas, entre ustedes y yo, ¡que tengan un buen curso!.

dimarts, 2 d’octubre del 2007

Las relaciones personales en el trabajo

Hace muchos años un muy buen compañero de trabajo estaba atravesando un delicado momento en sus relaciones con sus superiores y, una tarde de confidencias, me dijo lo siguiente: “Mira, ésto es como la historia del hombre que está al borde del precipicio. El hombre está ahí, por lo que sea pero está ahí, y entonces sus superiores conscientes de ello repiten continuamente la letanía monocorde de ves con cuidado, ves con cuidado que te caerás. Así pues el equilibrio es muy delicado y se evidencia ante el resto de los trabajadores, hasta que un día esos mismos superiores le dan una golpecito en la espalda lo desequilibran y éste cae. Ante la evidencia de la caída los superiores dicen a los trabajadores, veis ya os lo decíamos que se iba a caer”.
Las estructuras empresariales ya lo tienen estos comportamientos de sutilezas, de medias verdades, de insinuaciones, de difama que algo queda. La sutileza viene cuando decimos “¿qué te parece fulanito?”, nos replican “¿por qué?” y contestamos “no por nada, no sé tiene un, pero no, nada, nada”. O cuando utilizamos la media verdad para evidenciar que “es un cotilla que lo explica todo o se lo tiene creído” y que no debería comportarse así “aunque claro a mí particularmente no me ha hecho nada, pero hay gente que me lo ha dicho”. La insinuación es una de las mejores armas en estas situaciones pues saber dejar caer “¿pero éste qué hace todo el día en su despacho?, ¿ya tiene suficiente trabajo?”. Y, por último, una buena difamación completa el círculo moral de ciertas personas cuando públicamente alardean de una cosa y privadamente corren al despacho del director a explicar los cotilleos de sus compañeros. Todos conocemos compañeros de trabajo que les cuesta poco ir a explicar “lo último” al director para luego en público decir que particularmente a él no le importa lo que hagan los demás.
Las relaciones en el mundo laboral a veces se vuelven complejas debido a las ansias desmedidas de poder de algunas personas. Personas que no se detienen en pisotear a los trabajadores que tienen a su cargo pero que ante su superior edulcora las situaciones de tal forma que ellos siempre salen bien retratados. Así, por ejemplo, una persona puede maltratar de palabra, y sutilmente de hecho, a sus trabajadores hasta conseguir ponerlos en la disyuntiva de si vale la pena estar amargado cada día o es mejor largarse y cambiar de empresa. Si consigue lo primero su ego saldrá reforzado en función de su dominio sobre el trabajador, pero si éste o éstos deciden que es mejor cambiar de empresa y despedirse el recurso ante el director siempre será que nunca se habían adaptado del todo, o que se les había subido los humos a la cabeza, o que habían exigido el oro y el moro. Cualquier cosa menos reconocer su incapacidad en el liderazgo de sus trabajadores.
Otra de las estrategias es proyectar en los demás los defectos de uno mismo, así pues, aquella persona que habla y habla sin parar y que carece del sentido de cuando acabar sus intervenciones acostumbra a ser la más exigente cuando un subordinado suyo intenta explicar con detalle un proceso. Es entonces cuando lo hace callar, lo apremia o insinúa lo de menos hablar y más trabajar. Esta característica de no saber acabar les lleva a llegar tarde a todos los sitios pero lejos de reconocerlo deja caer allí donde puede que si los otros llegan antes es porque no tienen tanta faena como ellos. Y este mensaje va calando.
La mejor estrategia nos la proporcionan las nuevas tecnologías, ¿se han fijado ustedes en las fechas y horas de los correos electrónicos de determinadas personas?. Hagan la prueba y verán cómo algunas personas utilizan esta estrategia para revalorizarse ante su director pues no es lo mismo un correo electrónico con fecha jueves a las quince horas que uno del domingo a las once horas. El comentario en estos casos siempre será “¿y tu que haces trabajado el domingo por la mañana?”. El mensaje va calando pues si él trabaja mucho el resto trabaja menos. Hay también la estrategia de no hacer nada e intentar que nadie haga nada. El principio es muy fácil de entender: “cuando yo deje de hacer esta función que todo esté como cuando lo encontré”. Es decir, no aportar nada para no equivocarse en algo. Acostumbra a ser una estrategia bastante bien aceptada por la superioridad pues la conclusión siempre es “a mí la gestión de menganito no me genera ningún conflicto”. Y ya se preocupará menganito de que no le lleguen los conflictos a su director.
Todas estas estrategias llevan a poner en entredicho la valía de los trabajadores afectados pues la duda siempre anida en terreno abonado: “¿será verdad todo lo que dicen de zutanito?, seguro que todo no pero algo sí, si no no dirían tanto de él”. Así la valoración de ese trabajador decaerá en proporción a las insinuaciones del entrono. Y ante esta situación cómo hay que actuar. Básicamente hay dos formas de reaccionar y ninguna garantiza un buen resultado. La primera es ignorarlo todo, es decir, pasar de todo y como mucho hacer ver al director que todo lo que se insinúa y se dice no es cierto o es cierto con muchas matizaciones, pero hacerlo en privado y al máximo nivel porque se ha decidido que en público no es una buena estrategia. La segunda opción es afrontar con determinación la situación y cada vez que se produzca un hecho afrontarlo directamente con la persona que lo ha provocado ya sea en público o en privado. Así tendremos una serie de situaciones tensas pero que intentan clarificar las posiciones de cada uno.
La verdad es que muchas veces se actúe como se actúe se pisa terreno pantanoso pues muchas veces en nuestras relaciones laborales no llegamos a identificar quién es sincero y quién no. Claro que siempre se puede utilizar la estrategia de dejarle caer un determinado comentario a alguien y si luego éste circula ya sabremos de donde viene la filtración. Lo que está claro es que las relaciones laborales entre compañeros de trabajo pueden llegar a ser muy complejas.