El gobierno ha decidido inyectar hasta 150 mil millones de euros para remontar la grave crisis económica que estamos sufriendo. La fórmula dice que será inyectando dinero en aquellas empresas o entidades financieras que lo necesiten y es, parece, una receta que aplicarán diversos países desarrollados. Seguramente es una medida necesaria pero que desde el punto de vista individual y profano plantea una serie de interrogantes de difícil respuesta. Una de ellas sería ¿por qué se inyecta dinero en las empresas, o entidades financieras, y no directamente en las economías familiares?. Si cogemos la cantida total a inyectar y la dividimos por el número de habitantes del país nos sale que a cada uno de nosotros “nos tocan” 3.190 euros, es decir, una inyección económica de 9.570 euros por unidad familiar tipo de tres miembros. Si el señor Rodríguez Zapatero fue capaz de hacerlo con la devolución de los 400 euros de su promesa electoral ¿qué le impide volver a hacerlo?. Sería una medida mucho mejor recibida por la gente y de alcance más amplio que los primeros fallidos 200 euros de la promesa electoral que no pudo cobrar un alto porcentaje de los trabajadores de este país.
¿Cómo debe entender el ciudadano de a pie esta forma de actuar?. Hasta hace pocas semanas los medios de comunicación abrían sus informativos con los beneficios de dos dígitos de entidades financieras y empresas. Se alababa públicamente la gestión empresarial de un sinfín de dirigentes empresariales que resulta que ahora necesitan una inyección de euros para poder salvar sus empresas. ¿Los ciudadanos nos hemos perdido algo?. ¿Cómo es posible que aquí no pase nada y que esta gente no responda por su forma de actuar pasada?. La impresión resultante de todo ésto es que cuando el viento sopla a favor es muy fácil ser navegante pero que cuando éste sopla de cara nos damos cuenta que no tenemos, ni tan siquiera, timonel y que la nave va a la deriva.
Puestos a premiar la incompetencia que sea la individual y no la empresarial. Es preferible dar 3.190 euros a quien no ha sido capaz de gastar menos de lo que ha ingresado que a un banquero que no ha sabido hacer bien su faena. Es preferible dar 3.190 euros a quien se ha tenido que hipotecar cuarenta años para poder tener una vivienda donde formar una familia que al empresario estrella y mediático que ha acabado estrellándose. Es preferible dar 3.190 euros a quien no tiene ninguna deuda contraída que a la gran corporación que alega que ahora sus beneficios ya no serán de dos dígitos. Puestos a hacerlo mal, ¡hagámoslo bien!.
El otro gran mal ejemplo que proporcionamos a nuestros hijos son los 120.000 euros que recibirán los jugadores del Real Madrid si ganan los próximos cinco partidos de futbol. Pues ya lo saben, si ustedes trabajan bien las próximas cinco semanas pidan a sus jefes una paga extra para poder equipararse a estos desmotivados jugadores merengues. Para situar las cosas en su justa medida hay que recordar que 120.000 euros es el salario de cinco años de muchos trabajadores de este país. ¿Se entenderá ahora por qué hay gente que se opone a repartir 3.190 euros entre cada uno de nosotros?. No todos vivimos la misma realidad.