Estamos a final de trimestre y a algunos alumnos parece que se les están haciendo eternos los últimos días. Hablo, en concreto, de adolescentes cargados de excusas mil que gozan de las justificaciones pertinentes por parte de sus respectivos padres. Sería incorrecto decir que sorprende esta situación que se repite un trimestre tras otro, pero lo cierto es que los finales de trimestre registran un aumento considerable de faltas de asistencia y de puntualidad en nuestras aulas.
Los controles de puntualidad de los centros docentes pueden dar fe de la cantidad de alumnos que tienen como despertador principal su llamada telefónica. Así cuando desde el centro docente se llama a casa del alumno no es extraño sentir una media voz, que dice “digaaaaa”, como prueba irrefutable de que el alumno acaba de ser arrancado del sueño de Morfeo. A partir de aquí, todas la excusas que se quieran por inimaginables que parezcan como llegar a media mañana “porque se ha ido la luz en mi casa esta noche y hasta que no ha vuelto no me he podido secar el pelo”, o el alumno que aparece por la tarde porque por la mañana ha tenido que ir al médico de cabecera ¡a las 9 de la mañana! y claro no iba a llegar al centro una vez empezadas las clases. Seguro que se podría escribir un libro sólo con las justificaciones de nuestros alumnos …… y de sus padres.
A algunos alumnos les cuesta entender que el hecho de traer una nota escrita firmada por sus padres no justifica ni las faltas de puntualidad ni las de asistencia. Bien, a algunos alumnos y también a algunos padres que creen, erróneamente, que una nota escrita por ellos justifica una actuación poco responsable de sus hijos. A algunos padres les preocupa más salvar las apariencias de las actuaciones de sus hijos que contribuir, conjuntamente con el centro docente, a hacerlos más responsables y conscientes de sus actos. No deberían extrañarnos estos comportamientos en un país donde la poca puntualidad y la baja productividad son unos de los índices que nos diferencian de los países de nuestro entorno. Falta de compromiso que más tarde reproducirán en sus puestos de trabajo, en sus relaciones sociales y familiares.
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