El aumento de la presión sobre la actividad docente, así como la necesidad de adaptación constante a las necesidades específicas de cada uno de los alumnos, tienen un impacto evidente sobre la salud de los docentes que llegan al extremo de provocar trastornos tanto físicos como psíquicos.
El estrés es uno de los factores resultantes de esa presión que afecta a la salud y a la calidad de vida de los docentes y a la de las organizaciones educativas en la que éstos se integran. Las consecuencias del estrés pueden manifestarse en un deterioro psíquico y físico de los docentes, que a la vez repercutirá en las organizaciones educativas en forma de absentismo laboral, abandonos de la profesión, disminución en el rendimiento, pérdida de la calidad docente, ......
Está claro que en toda actividad humana existe, siempre, un cierto nivel de estrés que forma parte, intrínsecamente, de la vida. Ahora bien, en el momento en que se sobrepasa ese nivel y éste deviene intenso o prolongado el cuerpo humano se agota y provoca como respuesta los síntomas del estrés. Por el contrario, un cierto nivel razonable de estrés en la actividad docente ayuda a configurar unas buenas condiciones de rendimiento y de satisfacción personal, lo que va a ayudar a los docentes a mejorar sus perspectivas laborales así como mejorar su nivel de participación en el momento de adoptar decisiones satisfactorias.
El estrés en los docentes surge como consecuencia de las múltiples y diversas demandas que recibe y, también, de las responsabilidades derivadas de su trabajo diario. En el día a día de la actividad docente hay actualmente una excesiva variedad de tareas por asumir que favorecen tanto la incapacidad para delegar en otros como la incapacidad para establecer prioridades en la larga lista de cosas a hacer. Si a todo ésto le añadimos la falta de tiempo para poder hacer revisiones de lo ya hecho vemos como el desempeño y rendimiento del trabajo se resienten. Y reconozcamos también que no siempre la actividad docente disfruta de unos espacios con condiciones adecuadas, o con una correcta distribución del tiempo. Así pues, no es de extrañar que nos encontremos con un bajo nivel de satisfacción en un sector más o menos amplio de nuestros docentes.
Todo ello nos lleva al estrés con sus correspondientes alteraciones en la salud mental y física. Es cuando aparecen la ansiedad, la irritabilidad, la disminución en la capacidad de procesar la información, la incapacidad para tomar decisiones, los cambios en el comportamiento, variaciones en el estado anímico, los trastornos del sueño y los de adaptación. Estos síntomas llevados al extremo provocan la aparición de crisis depresivas que pueden conducir, incluso, al deseo de querer suicidarse. Cuando ésto se manifiesta en los docentes, es cuando la organización educativa también se resiente en su quehacer diario pues sufre las consecuencias en forma de absentismo laboral, de fallos en la comunicación, del deterioro de las relaciones con los otros compañeros y con las familias, .... Por lo que respecta a la salud física, no es extraño ver a docentes con ciertas alteraciones físicas como arritmias, hipertensión arterial, problemas de la piel, trastornos gástricos, ..... Todo ello puede llevar a hábitos nocivos para la salud del docente como puede ser el consumo de somníferos, alcohol, tabaco y analgésicos. Hábitos perniciosos que traen consigo la disminución del rendimiento y el aumento del absentismo laboral.
La escuela hoy en día es la receptora de muchas demandas sociales que exigen respuestas inmediatas y claras. Pero la misma escuela debería entender que si las respuestas que proporciona no son adecuadas y las demandas de la sociedad son excesivas, intensas y prolongadas en el tiempo y superan la capacidad de resistencia y adaptación de sus docentes llegará, inevitablemente, a una situación de estrés. Pero no todo es culpa de la sociedad, la propia escuela debería asumir que hay factores organizacionales que favorecen el estrés y el desgaste profesional de sus docentes. El exceso de control, el bajo nivel de satisfacción por la faena realizada, la falta de promoción laboral, el exceso de trabajo, el autoritarismo, las relaciones que se establecen entre los componentes del claustro, ..... son un magnífico coctel que, una vez agitado, nos da como resultado el estrés.
2 comentaris:
Hola, soy una maestra de inglés que recientemene acaba de coger la baja por estrés laboral. Estoy totalmente de acuerdo con el artículo de esta página, y destacaría que en mi caso los factores más importantes han sido el exceso control del equipo directivo, la falta de compañerismo de unos cuantos tutores y mi falta de experiencia puesto que es el primer año que trabajo en primaria y antes lo hacía en otro ámbito.
Espero que poco a poco me vaya recuperando y pronto pase a la historia esta dolencia tan dura de sobrellevar.
Saludos cordiales a todos.
Una profe muy estresada.
María Pilar, ánimos y espero que tu recuperación sea completa y duradera. Si ya es dura a veces esta profesión nuestra cuando se suman factores como los que tu mencionas (equipo directivo, falta de compañerismo, ...) entonces ya es para echar a correr. No hay nada peor como tener al "enemigo" dentro de casa. Recupérate por tu propio bien.
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